Que oscuro se ve la
noche,
que oscuro se ve el
sol,
no veo el latir de tu
corazón
dentro de mi razón.
Siento la frialdad del
fuego
arder mi corazón;
no veo las líneas de
tus manos,
guíar mi bastón.
Constantemente veo el
ocaso de cada amanecer,
y el alba de todo anochecer.
Si tan solo pudiera
seguir viendo
la música que toca tu corazón,
el ardor de tus
abrazos
guiando mis pasos,
el ardor de tus
abrazos
admirando mi tesón.
No quiero ver las
estrellas
no quiero ver al mar,
quiero verte a ti mi
amada,
aunque sea desde el
más allá.
Seguiré caminando por
el mundo,
mirando corazones,
mirando el día
la noche y el sentir
de las razones.
A ti renuncio un día
como hoy,
a ti renuncio tal
cual mis ojos renunciaron a mi
tal cual mis ojos se
fueron de mi,
a un viaje sin destino y sin fin
ORCRU